Miré impacientemente como los humanos no dejaban de herir al planeta, muchos países del mundo estaban ya desérticos; un paisaje no tan ajeno a la realidad de hace unos 30 años. Los seres humanos se hacen llamar a sí mismos “el animal más inteligente”, pero la verdad es que son unos necios. Repentinamente el paisaje cambió, ahora todo el planeta era un verdadero desierto; mares, océanos, ríos, lagos, todo completamente seco. En ese momento logré ver cómo, en las últimas, los pocos humanos que seguían con vida se concienciaban y conseguían que el planeta volviese a ser el lugar hermoso que era; y entonces, desperté. “Menos mal todo había sido una pesadilla” murmure para mí misma mirando la resplandeciente placa con mi nombre “No puedo dejar que eso pase, no puedo dejar que los humanos se conciencien” y en la placa resplandeció mi nombre: Sra. Extinción.
-Antía.Q.C