Los polímeros, los “materiales de los mil usos”, o lo que se conoce en términos coloquiales como plásticos por la sociedad en general, tienen en la actualidad una reputación negativa. Sin embargo, se están olvidando todas sus aplicaciones que han permitido a lo largo de muchos años la mejora de la calidad de vida de la sociedad actual.
Los plásticos son indispensables y contribuyen a la sostenibilidad ya que son ligeros, duraderos y funcionales en multitud de tecnologías. Incluyendo tecnologías sostenibles como por ejemplo los paneles solares o el vehículo eléctrico y en salud como materiales de las máscaras anti-COVID o como biomateriales.
Sin embargo, la producción y consumo lineal que se ha hecho durante décadas no es sostenible, por ello hay que llevar a cabo una transición hacia los materiales biobasados (como sustitutos de los de origen petrolífero), y se deben diseñar metodologías eficientes de reciclaje de los plásticos para que sus ciclos de vida sean circulares.
Muchos piensan que los polímeros se encuentran lejos de la economía circular, como modelo de producción, que busca prolongar la vida útil de los materiales y los recursos tanto como sea posible, reduciendo al mínimo la generación de residuos. Sin embargo, la realidad es que cada vez más grupos de investigación y empresas desarrollan una economía circular de los polímeros con un modelo de sistema cerrado que promueve la reutilización, generando valor a partir de los residuos y evitando enviar los plásticos recuperables a los vertederos.
Los residuos plásticos son un recurso valioso que puede ser utilizado para producir nuevas materias primas plásticas, fabricar piezas y nuevos productos, o para generar energía cuando el reciclaje no es viable.
Cada vez se avanza hacia una investigación que utiliza polímeros naturales, como la lignina (que procede de la madera), para desarrollar compuestos que permitan, por ejemplo, crear pilas verdes y reciclables. Se trata de fomentar los polímeros biobasados y que los procesos de su elaboración sean más sostenibles. También se está desarrollando en concepto de Upscaling que consiste en generar nuevos polímeros de alto valor añadido a partir del reciclado químico de plásticos.
Estas investigaciones siguen de cerca el Pacto Verde Europeo presentado por la Comisión Europea este año, en el que la transición a la economía circular es un elemento fundamental.
Justo antes del estallido de la pandemia, por el Covid-19, la Comisión Europea aprobaba su segundo plan de acción de economía circular. Según señalaba recientemente, en el Foro Forética, Daniel Calleja, Director General de Medio Ambiente en la Comisión Europea, en el primer plan de acción, el eje
fundamental se centraba en los residuos y, en este segundo plan de acción, el elemento central consiste en trabajar sobre el ciclo de vida de los productos.
Poner el foco en cómo evitar los residuos desde el diseño, la fabricación, el consumo, la reparación, desde la reutilización, para preservar el valor de los recursos en la economía. Se basa en una visión de la Comisión Europea que consiste en conseguir que todos los productos que se comercialicen en Europa sean circulares. En la actualidad esto no es así. En Europa sólo se recicla tan sólo el 12% de los productos y el 88% acaba en vertederos, o desperdigados en la naturaleza.
El nuevo marco de la política Europea para los productos sostenibles tiene tres líneas de acción para conseguir ese objetivo de la circularidad:
1. El Diseño de los productos.
2. Conceder nuevos derechos a los consumidores.
3. Establecer nuevos procesos de producción más sostenibles.
Según la Comisión Europea, más del 80% de los impactos ambientales de un producto se determinan en su fase de diseño. Se trataría de conseguir un diseño ecológico, que las nuevas normas aborden la durabilidad y la reparabilidad de los productos.
En este contexto ya se encuentran muchos científicos investigando en áreas emergentes de investigación como son los polímeros verdes o biobasados, diseño de polímeros reciclables y nuevos procesos de reciclado químico de los polímeros al final de su vida útil. En resumen, aplicando los conceptos de economía circular al desarrollo de los polímeros del futuro.
Enfoque que esperemos permita mostrar a la sociedad en general otra visión más positiva sobre el papel y la utilidad que los polímeros seguirán teniendo para mejorar la calidad de vida de la sociedad del siglo XXI.
Idoia Azaldegui es directora General de Polymat