Estamos inmersos en la era de la sostenibilidad y el management humanista, siendo incuestionables en la propia idiosincrasia de las organizaciones.

Cada vez más personas consideran que su trabajo es más satisfactorio cuando se les brindan oportunidades para tener un impacto positivo en los problemas sociales y ambientales.

Profesionales, que quieren un trabajo que les permita dejar un legado, clientes, que quieren marcas que inspiren un propósito social y ambiental real llevado a la acción.

Las organizaciones y sus CEOs deben ejercer un liderazgo externo llegando, con sus acciones de impacto social y medioambiental, a la sociedad en general e internamente proporcionando entornos laborales para que las personas desarrollen sus carreras profesionales contribuyendo con su trabajo a lograr los retos ESG.  

Las empresas pueden proporcionar la capacitación pertinente cuando sea necesaria, generar posibilidades de actividades de voluntariado sostenible y ofrecer la posibilidad de contribuir con su trabajo diario, a ser “Embajadores” de sostenibilidad en sus organizaciones.

Los objetivos de sostenibilidad deberían incorporarse en las revisiones de desempeño e incluirse como un objetivo para los empleados, con incentivos claros adjuntos a ellos.

Ofrecer un programa de incentivos, no solo generará ganancias comerciales tangibles y medibles, sino que refuerza el mensaje que los objetivos de sostenibilidad son tan importantes como cualquier otro KPI.

Los criterios ESG representan cada vez más el núcleo de la cultura empresarial, permitiendo generar entornos empresariales “seguros”, donde las personas pueden “brillar”. Ambientes laborales donde las personas irradian sus conocimientos, competencias, inteligencia emocional, desde su propia luz, que es suya, única. Lugares de trabajo alineados con la ODS 8 (Trabajo Decente y Crecimiento Económico). Organizaciones que construyan entornos saludables, éticos, participativos, donde las personas se sientan en condiciones óptimas para contribuir, ofreciendo lo mejor de sí mismas.

Estos “Entornos laborales seguros” permiten la tan preciada y necesaria innovación. Una empresa que no innove no progresa, no avanza, no crece, se estanca. Su mejor talento se va a otros entornos vibrantes, que les ilusionen y les permitan crecer.

Una misma persona, con unos conocimientos y competencias, en una empresa puede estancarse, bien por su organización jerárquica, por la imposibilidad de: participar, compartir proyectos, soñar en alto; lo que le lleva a vivir su día a día sin ilusión.

Esa misma persona puede brillar en otra organización, donde su entorno, propósito y cultura empresarial, centrada en la sostenibilidad, permita: la participación, promueva la flexibilidad, la creatividad, la confianza en sus personas, desarrollar todo su potencial y generar excelentes resultados.

Igualmente resulta vital cuidar los entornos educativos y así lo señala el ODS 4 (Educación de Calidad), que promueve garantizar una educación inclusiva, equitativa, de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos. Asegurar que todos los estudiantes adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover: estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad de género, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural.

¿Qué pasará con todos los niños y niñas refugiados de Ucrania? Será vital protegerlos y garantizarles unos entornos donde no se interrumpa su desarrollo formativo y emocional.

Cuidemos los entornos educativos, laborales, aplicando acciones de sostenibilidad, que, por ende, cuidan el desarrollo de las personas, el medio ambiente y promueven el crecimiento económico y la innovación. ¡Generemos un legado para las próximas generaciones!

Idoia Azaldegui es POLYMAT General Manager  y Vicepresidenta del Grupo de Economía Circular de WAS